Bufón con laúd
La música contagia alegría.
Quizás el retratista más importante del barroco holandés (con permiso de Rembrandt), Frans Hals presenta aquí una verdadera oda al optimismo. Un simpático gamberro, este bufón, que toca el laúd mientras nos regala una sonrisa de picardía, algo que en la puritana holanda del XVI era sinónimo de vulgaridad: los poderosos se aseguraban de retratarse con caras bien serias… y nada de enseñar los dientes. Eso era para la plebe.
La precisión del gesto, y sobre todo de la mirada del retratado son espectaculares. Este rockero barroco muestra actitud y provoca el deseo en las mujeres y la envidia de los hombres. Todos sabemos el atractivo que desprenden los señores bajitos…
Hoy la con fotografía se podría (quizás) captar ese instante, pero en aquellos tiempos hacer que un modelo posara con un rostro tan espontáneo sería imposible. Aunque sin duda, por la cantidad de horas que pasaba Hals en la taberna, ya tendría este tipo de sonrisas más que memorizadas.
El cuadro contagia alegría con esa pincelada rápida, tan moderna que preludia el impresionismo. Modernos fueron también los personajes anónimos de Hals y su representación de emociones fugaces y ligeras, que se traducen en esas sonrisas tan propias del artista.