Paula Modersohn-Becker
Alemania, 1876–1907
Minna Hermine Paula Becker, más conocida como Paula Modersohn-Becker (Dresde, 1876-Worpswede, 1907).
Becker pasó los doce primeros años de su vida en Dresde, período del que hay pocas noticias, aunque se encuentra una de las experiencias que más marcarían a la autora para siempre: mientras ella y sus dos primas jugaban en las galerías de una cantera de arena hubo un derrumbamiento que valió la muerte de una de sus familiares. A principios del verano de 1892 sus padres la enviaron a Inglaterra. Después de algunos estudios preliminares, comenzó a frecuentar una escuela privada de Bellas Artes, aunque su estancia en este país fue breve. Resultaría su primera toma de contacto con el Arte.
De regreso en su Alemania natal, Becker siguió las clases en una escuela de formación de maestras a partir de 1893, donde paralelamente continuó su formación en dibujo y pintura. Gracias a las conexiones de su familia materna, pudo viajar a Berlín a principios de 1896 con el fin de tomar cursos de dibujo y pintura en la Asociación de Artistas Berlineses, grupo que en aquella época suponía una de las escasas vías de acceso por la que las mujeres podían enrolarse en las academias de Bellas Artes.
A partir de 1987, llegaría la etapa del grupo de artistas de Worpswede, a la imagen y semejanza del precedente establecido por Théodore Rousseau con la Escuela de Barbizon. Resumidamente, se trataba de una agrupación de jóvenes autores que reivindicaban la independencia artística y estilística frente a las obsoletas praxis de las academias artísticas, postura muy en la línea del panorama artístico de finales del XIX. Tras una primera estancia en París en 1900, donde pudo formarse en la Académie Colarossi (que aceptaba mujeres), visitar los museos franceses de turno y conocer a su futuro marido (Modersohn es su apellido de casada). Becker dejaría Worpswede el 1906 para regresar a la capital mundial del arte del momento una vez más. La autora dedicó su tiempo principalmente a las pinturas de desnudos; a las naturalezas muertas; los dibujos y muy cuantiosamente a los autorretratos. Es de hecho la iniciadora de una clase de pintura inédita hasta el momento en la historia del arte: el autorretrato enteramente desnudo.
Tras haber regresado a Worpswede, el 23 de febrero de 1906, Paula abandonaría a su marido en aquel pueblo y marchaba, otra vez, rumbo a París. Paula decidió seguir su carrera artística y abandonar su papel de esposa y madre. A pesar de su decisión inicial, la pareja se reconcilió y para el 1907 quedó embarazada; hubo de resignarse a dejar de lado la pintura. Tras un difícil parto, y unos pocos días después, sufriría una embolia pulmonar que acabaría con su vida a unos tempranos treinta y un años de edad.
La breve década de la que pudimos disfrutar de su obra, la autora cedió un estilo personal en constante e incansable evolución. Vemos, nada nuevo, el caso dicotómico en la que una artista femenina tiene que enfrentarse a decidir entre la maternidad y su rol de esposa y su aspiración artística y personal. Aún y todo lo anterior, avalada por sus más de 700 lienzos y cerca del millar de dibujos, debemos recordar a Becker como una de las pioneras del movimiento expresionista en la Alemania de finales del XIX y como una de las grandes artistas del arte contemporáneo.