Autorretrato en el sexto aniversario de boda
Autorretrato + desnuda + embarazada = ¡REVELACIÓN!
Se trata de una de las obras creadas durante la estancia de Becker en París de 1906, una de tantas. En formato de tres cuartos, el estándar del mundo del autorretrato, ella está girada a la derecha frente al espectador, al que mira increpando, con cierto tono inquisitivo, aunque amable. Se aprecian las dotes por el dibujo (líneas visibles pero tenues) y el claroscuro (degradados cromáticos con no mucha mezcla per pincelada firme), tan trabajados en su etapa formativa. Tiene una tela blanca enrollada a las caderas, de ahí para arriba está totalmente desnuda, excepto un collar de cuentas de ámbar que reposa sobre su busto. No ha más elementos que esto y la figura misma.
Esta obra fue pintada en primavera, dato quizás irrelevante, pero es que el fondo del cuadro inspira una rara sensación cálida, como si se tratase del burdo intento de representar un tupido pero triste prado florido. También puede ser un fondo neutro y aleatorio con pequeñas marcas de brocha, sin más.
Es curioso sobre todo el aura que rodea esta obra, ya que cuando Paula Modersohn-Becker pintó este autorretrato no estaba realmente embarazada. Es una especie de anticipo a lo futuro, debía de tener muchas ganas de ser madre (aunque su biografía acredita justamente todo lo contrario). Pese a todo ello quedémonos en lo auténticamente revolucionario de todo esto: nos encontramos delante del primer autorretrato desnudo creado por una artista femenina de la Historia del Arte, ¡toma ya! Pese a ello, y de su valentía y determinación como artista, se cree que toda esta producción de desnudos propios no fue mostrada al público hasta después de su muerte, allá por el noviembre de 1907. Las circunstancias de un matrimonio turbulento y de un contexto histórico que aun no estaba preparado para ello ayudaron bastante.
Tenemos que rescatar el manifiesto carácter artístico y personal que desprende este cuadro: hay inmediatez y simplicidad simultánea de la imagen. Se nos muestra una convicción que cruza transversalmente la Historia del Arte para convertirse en una de las imágenes más llamativas de la «figura» de todo el siglo XX. Es, junto muchas otras producciones de la artista, un muy buen ejemplo de expresionismo artístico, aunque desde el poco estudiado punto de vista femenino.