Ralph Steadman
Reino Unido, 1936
La obra del británico Ralph Steadman se puede dividir en dos. La primera parte en Inglaterra, como colaborador en revistas satíricas (por no decir subversivas) como Punch o Private Eye, en las que las críticas al político, banquero y burócrata son continuas e hirientes, pero mesuradas y ordenadas después de todo, al más puro estilo Daumier.
Nada que ver con la segunda etapa, cuando conoció al periodista Hunter S. Thompson y fue contratado para ilustrar sus delirantes artículos y reportajes «gonzo», ya que al escritor no le interesaba la objetividad de un fotógrafo. Steadman se convirtió en otra persona. De repente, un torrente de violencia desatada se adueñó de su arte y también de él, que empezó a consumir psicotrópicos.
Desde entonces, lo que Thompson escribía con palabras, Steadman lo ilustraba con sus característicos trazos violentos, muy expresionistas, con salpicaduras irracionales estilo Pollock, y deformaciones y escenas enloquecidas que lo acercan a los Bosco y Goya más delirantes.
Además de sus colaboraciones con Thompson, Ralph Steadman siguió dibujando, casi siempre en papel, sobre todo tipo de temáticas, de lo social y lo político, a lo puramente estético, emulando a sus dos ídolos, Rembrandt y Bacon.
De lo irracional y automático que lo emparentan con el surrealismo, Steadman va añadiendo capas y detalles y su obra va cobrando vida. Poco a poco, ya sea plasmando un momento periodístico concreto, o un delirio a causa de las drogas, su arte capta la realidad de forma sorprendente.