Pedro Roldán
España, 1624–1699
¿Os interesa la escultura barroca española? No os perdáis la obra de Pedro Roldán, el perfecto imaginero de la escuela sevillana, que convertía la madera en sangre, sudor y lágrimas de vuestros personajes preferidos de la Biblia.
En una familia de carpinteros nace en Sevilla Pedro Roldán y Onieva, que rápidamente se da cuenta de que la madera vale para algo más que hacer sillas y mesas. Más dulce que la piedra, más expresiva que la arcilla. Con un poco de madera pintada el artista puede crear vida.
En 1638, a la tierna edad de catorce años, Pedro Roldán se va a Granada para trabajar de aprendiz de Alonso de Mena. Diez años después, vuelve a Sevilla y monta su propio taller, que al parecer tiene éxito. Se solicita su buen hacer en toda Andalucía, fruto de una fiebre —que todavía dura— por imágenes religiosas expresivas, violentas, dramáticas y realistas que poder pasear en procesión cada año cuando llega la primavera.
Las esculturas de Roldán no llegan a ser del estilo gore de la escuela castellana (la Escuela Andaluza era más serena y mesurada), pero son imágenes llenas de emoción y conocimiento de la anatomía humana.
Aunque quizás la mejor obra que hizo Pedro Roldán fue engendrar a su hija Luisa Roldán, «La Roldana», orgullo de la escultura barroca española. Si os gusta el padre, no os perdáis a la hija.