1550 sillas
Una topografía de la guerra.
En el año 2003 la escultora colombiana presentaba esta espectacular obra en la 8ª Bienal de Estambul.
Son 1.550 sillas apiladas en un solar vacío entre dos edificios de la ciudad (el número 66 de la calle Yemenciler), no intentan referirse a ningún conflicto en particular, pero de alguna manera los ilustra a todos. Es un concepto muy simple, pero poderosísimo. Cualquiera puede percibir el impacto emocional al ver esa acumulación, ese colapso.
La artista nos habla de olvido y memoria, la presencia y la ausencia, convirtiendo objetos familiares y cotidianos en algo mucho más profundo, casi en un monumento funerario con vida propia. Esos muebles, cada uno único y personal, creado en un material medio vivo, medio muerto como es la madera, forman en conjunto un ente colectivo, aunque en cada una de esas sillas sentó su culo un ser humano, que ahora no está.
De hecho estas sillas ya no están hoy en día. Era una instalación provisional y efímera.
Esta transformación de los objetos como por arte de magia es la especialidad de la colombiana, que investiga las vivencias de las víctimas para dar forma a sus piezas, que rozan el terror.
Salcedo describió esta pieza como una topografía de guerra.
«Al ver estas 1.550 sillas de madera apiladas entre dos edificios en el centro de Estambul, recuerdo las fosas comunes. De víctimas anónimas. Pienso tanto en el caos como en la ausencia, dos efectos de la violencia en tiempos de guerra. Lo que trato de sacar de estas piezas es ese elemento que es común en todos nosotros. Y en una situación de guerra, todos lo experimentamos de la misma manera, ya sea víctima o perpetrador. Entonces no estoy narrando una historia en particular. Solo me refiero a las experiencias».