35 grados a la sombra
Cambio climático.
En plena época victoriana creaba su arte Lawrence Alma-Tadema, normalmente retratando pasados gloriosos: la Antigua Roma, la Antigua Grecia… pero a veces retratando su propio presente, la belle époque británica, que también resultó interesante desde el punto de vista histórico… en ella crearon ilustres nombres como Dickens, Darwin, Oscar Wilde o unos tipos llamados «los prerrafaelitas», que desde luego marcaron a este joven estudiante de arte holandés afincado en tierras británicas.
Ya conocemos bien la obra de Alma-Tadema en esta humilde web: destaca por su exquisitez y un asombroso detallismo. Maestro de las texturas (sus metales y cerámicas son prodigiosos, los mármoles parecen materializarse en el lienzo), lo demuestra con creces en esta obra que hizo con 40 años, donde podemos oler la hierba secándose en verano, oír las cigarras cantar y hasta sentir el calor agobiante del título: 34,4º (que vienen a ser los 94º Farenheit del original).
¿Porqué dejó Alma-Tadema durante una temporada el exuberante Imperio Romano? Bueno… Esta escena representa al hijo del amigo del artista y donante Herbert Thompson (el que puso la pasta), un adolescente de diecisiete años, acostado en el frescor de la hierba en las tierras de Godstone, en Surrey. El chaval se pasa el verano leyendo paparruchas románticas en la campiña antes de entrar en el Trinity College de Cambridge y hacerse un buen inglés de clase alta.