Lawrence Alma-Tadema
Países Bajos, 1836–1912
Lawrence Alma-Tadema fue uno de esos post-románticos de la era victoriana. Aunque el romanticismo ya está superado, artistas como este siguieron pintando sobre pasados gloriosos, lugares exóticos y épocas casi mitológicas. Y en este caso con una técnica exquisita.
Estudiante del arte holandés desde siempre, le añadió a su pintura un marcado espíritu romántico. Con obras que hablan de sucesos lejanos en el espacio y el tiempo, tuvo muchos compradores interesados y no le faltaron admiradores incluso en las más altas esferas del arte europeo de la época.
De hecho su mayor éxito se produjo en Inglaterra.
Su obra destaca por la exquisitez y un asombroso detallismo. Maestro de las texturas (sus metales y cerámicas son casi prodigiosos, pero los mármoles parecen materializarse en el lienzo), también despertó la admiración de sus contemporáneos por utilizar esos colores brillantes tan delicadamente trabajados. Su obra, roba tanto de los románticos como del art noveau de su época, y puede que algunos de sus trabajos fueran estudiados con detenimiento por los modernistas europeos.
Hombre robusto y corpulento, destacaba en las fiestas a las que le encantaba ir. Siempre con una copa de vino en la mano y coqueteando con todas las mujeres que podía. Ser nombrado Sir desde luego ayudó a su ascenso social.
Hoy en día, Alma-Tadema vuelve a gozar del respeto que merece, aunque a partir de su muerte y a lo largo de todo el siglo XX, por alguna razón su obra no fue lo suficientemente apreciada. Una vez más, desde historia/arte reivindicamos por encima de los demás a los artistas injustamente infravalorados.