William Blake
Reino Unido, 1757–1827
Poesía y arte. Para William Blake estas disciplinas eran complementarias, por lo que siempre que pudo las fusionó. Fue de estos artistas visionarios que se adelantó al romanticismo y al simbolismo (algunos dirían que también al surrealismo, por su uso del delirio y el sueño) creando una mitología propia basada en su extraordinaria espiritualidad y un misticismo muy cercano al ámbito esotérico. Quizás por eso fue considerado un artista maldito, un loco que sólo sería comprendido y apreciado años después.
Blake tuvo visiones desde la infancia: Ángeles y presencias que nadie más podía percibir y que influirían en su arte posterior. Se inició en el grabado a los 14 años y se centró en la historia y las leyendas, despreciando las modas neoclásicas de la época y el pensamiento racionalista imperante. Admiraba a Miguel Angel, un artista muy impopular en esos años, y usaba su mente (incluídos sus sueños) como lugar de inspiración. Para Blake no había nada más sublime que la imaginación, que era «inmortal, eterna e inagotable» y a ella consagró todo el arte que realizó hasta su muerte. Esto chocaría con sus contemporáneos, que todavía no estaban preparados para esa corriente pre-romántica, por lo que sería rechazado y tachado de excéntrico.
Para Blake, el artista (o su sinónimo, el profeta) interpreta la realidad mediante una obra simbólica que el público debe interpretar. Un ser de espíritu libre que ilustra su mundo interior y por lo tanto evoca lo enigmático y fantasioso, más que lo bello y lo armonioso. El artista fusiona las formas neoclásicas (que ya estaban agotándose) con las búsquedas románticas (lo incomprensible, lo inconmesurable: lo sublime) que surgirían unos años después y con ello se convierte en el paradigma del artista visionario, un adelantado a su época que gozaría del respeto de las generaciones posteriores, desde los simbolistas hasta grupos de rock como The Doors, bautizados así por un poema de Blake:
Si las puertas de la percepción se purificaran todo se le aparecería al hombre como es: infinito.