Adoración de los pastores
Genialidad navideña.
Manierismo florentino en estado puro para mostrar esos momentos tras el nacimiento de Jesucristo.
Como vemos, Bronzino era todo un maestro de la ejecución y el «disegno» (dibujo). Los manieristas como él idolatraban sobre todo a un artista: Miguel Ángel, y quizás de ahí viene ese modelado escultórico de las figuras que hacen que parezcan un belén viviente.
Una escena casi onírica, más aún por esa manera de mostar el paisaje como si fuera comopuesto por maquetas, con varios niveles de iluminación: toda la parte de arriba es cielo azul (realizado con lapislázuli, que no era precisamente barato en 1539) y un poco más abajo está salpicado de lagos, montañitas y vegetación.
Abajo se amontonan las figuras para adorar al Niño Jesús, y en ese cielo sobrenatural flotan, por un lado un pequeño ángel fantasmagórico que anuncia el nacimiento a un pastor, y por otro, como si de un collage se tratara esos deliciosos cinco angelotes que sobrevuelan la Natividad.
Esta encantadora cinta navideña de ángeles, adorna la figura de forma muy poco elegante, y a la vez dando elegancia al conjunto. Son esas contradicciones manieristas: libertad a la hora de mostrar la proporción de las figuras (quien tenga un belén en casa, es probable que sufra esa diferencia de proporción entre las distintas figuras) y esa forma de presentar una sofisticada y artificiosa perspectiva espacial.