Alba
Rompe el día en otro universo.
¿Y si un prerrafaelita viviera en Estados Unidos en los años 20? Pues algo así fue Maxfield Parrish (maravilloso nombre), que mezcló el estilo prerrafaelita con un toque neoclásico y algo de Art Decó característico de la época.
Así hizo estas pinturas brillantes, saturadas de color, luminosas, que influirían de forma rotunda en la ilustración posterior. ¿No os recuerda a cualquier ilustración de fantasía?
Aquí vemos su pintura más famosa en la que aparece, en un paisaje de fantasía utópica, el amanecer entrando en una terraza y bañando a esas dos figuras. El Romanticismo y el Neoclasicismo se funden en los locos años 20.
Con un minucioso proceso de trabajo, Parrish se pasaba su tiempo buscando la composición perfecta y pintaba con esmaltes y barnices (la técnica de glaseado, que era su sello de identidad artística), consiguiendo esa luminosidad y expresividad cromática que parece salida de un sueño.
Los colores de Parrish son ideales, extraterrestres… Ese azul cobalto del cielo, por ejemplo (el Parrish Blue) no existe en nuestro universo, parece un escenario de Tolkien.
Parrish utilizó como modelos a Kitty Owen Spence, de dieciocho años (recostada) y a su propia hija Jean, de once (de pie). Ambas parecen más hadas que habitan un mundo de fantasía clásica y a la vez psicotrónica.
Daybreak fue un encargo para ser reproducido en masa como una impresión litográfica y el éxito superó todas las expectativas. Se cree que esta imagen decoraba uno de cada cuatro hogares en Estados Unidos.