Amor vincit omnia
El amor sale victorioso.
El origen de este título para la obra en latín viene de las Bucólicas, una serie de poemas del gran autor romano Virgilio.
No es una de las obras más conocidas de Caravaggio, pero resulta más compleja de lo que parece a simple vista. En ella, representa a una única figura: un joven Eros o Cupido, el dios del amor, que observa al espectador mostrando una sonrisa en su rostro de niño travieso. Su postura es extraña, está de pie, pero a la vez es como si estuviera sentado, o al menos reclinado sobre una mesa detrás suyo, mesa que nos cuesta imaginarnos, al estar toda ella cubierta por una tela blanca.
Repartidos por el suelo hay diversos objetos que representan la cultura, el arte, la ciencia… objetos creados por el hombre, que han acabado tirados de cualquier manera. No importa lo que esos hombres hagan, al final el amor triunfará sobre todas las cosas, lo material pierde importancia.
Se ha relacionado a esta controvertida postura del joven dios con dos célebres esculturas: El Genio de la Victoria, del gran Miguel Ángel, y el famoso David de Donatello. En referencia a este último, hay quien considera a este joven un alter ego sin ningún tipo de pudor de ese David, probablemente uno de los personajes más ambiguos que esculpió Donatello.
Un elemento muy sensual en el David es el roce de una pluma que pertenece al yelmo del ya mutilado Goliat. Esta pluma roza sutilmente su pierna. Caravaggio parece inspirarse en él, pero en este caso es la propia ala de Cupido la que cae encima de su muslo derecho.
Además, el pliegue de la tela entre las piernas del dios parece (por su forma) evocar al sexo femenino, justo debajo del miembro de Cupido, un punto más a favor del amor, y de la manera más carnal posible de expresarlo: el acto sexual.