Warhol recuperándose
Un Andy demacrado tras su atentado.
El 3 de junio de 1968, la escritora Valerie Solanas acudió fue a The Factory, el taller de Warhol, con intención de atentar contra su vida. Mentalmente inestable, Solanas era otro bicho raro más de la Factory, pero su comportamiento era tan errático y el nivel de acoso a la estrella llegó a tal punto que Warhol fue apartándose de ella. ¡Imaginad! ¡Alguien demasiado extraño para Warhol!
Resentida, Solanas acudió ese día al parque de atracciones del artista y sacando una pistola le metió un tiro en el cuerpo al gurú del arte Pop americano.
Solanas cumpliría condena en un psiquiátrico y Warhol no volvería a ser el mismo. Su arte cambió, su vida social también.
Dos años después del atentado, la artista Alice Neel aprovechó para hacer un retrato hasta entonces nunca visto: un Andy Warhol con cicatrices y un corsé médico. Para un tío que controlaba tantísimo su imagen, tan premeditadamente cool, con sus excéntricas pelucas ocultando su bola de billar, que vivía su personaje las 24 horas del día (a la vez socialité y antisocial), era muy difícil pedirle que se quitara la camiseta y se mostrara así de vulnerable y magullado, pero Neel tuvo suerte y pudo plasmar este retrato inédito: Un Warhol hecho una mierda.
No sabemos cuánto duró la sesión. Quizás el proceso fue muy rápido, de ahí la calidad inacabada de la pintura, pero precisamente ahí es donde reside el encanto del retrato. Una pintura simple y desnuda. Quizás es la única imagen de Warhol en la que se representa tal y como es.