Autorretrato después de la gripe española
La plaga mató a unos cuantos artistas.
Entre los años 1918 y 1919 se produjo una pandemia mundial que acabó con la vida de entre 20 y 40 millones de personas, entre ellos algunos artistas de gran talento como Klimt, Schiele, Apollinaire…
La gripe española se cebó en personas de toda edad y procedencia y la mortalidad era muy alta, aunque algunos pudieron afortunadamente superarla (en algunos casos con terribles secuelas), como Georgia O’Keeffe, Walt Disney, F. Scott Fitzgerald, Béla Bartók, Ghandi, y el artista que nos toca: Edvard Munch.
En la vida del pintor noruego siempre estuvo presente la enfermedad. Con cinco años su madre murió de tuberculosis y poco después lo haría su hermana por la misma causa: la enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que rodearon mi cuna y me siguieron durante toda mi vida…
El precursor del expresionismo llegó a ser hospitalizado en dos ocasiones por problemas de alcoholismo y cuando tenía 55 años se contagió de la pandemia.
Por suerte, pudo superar la enfermedad e inspirarse para unos cuantos cuadros más, entre ellos este Autorretrato después de la gripe española, donde se hace un selfie amarillento junto a su cama, con el batín y una manta. La neumonía casi lo mató y por ello se retrata débil y enfermizo, con un rostro demacrado, desdibujado, como queriendo dar a entender que la plaga casi lo hace desaparecer.
Un estremecedor testimonio de su enfermedad —y la de millones de seres humanos— que como sabéis no nació en España. Se llamó así porque la pandemia ocupó una mayor atención de la prensa española, ya que el país no estaba involucrado en la guerra mundial y por tanto no se censuró la información sobre el impacto del virus.