Autorretrato
Je suis Jeanne Hébuterne, una prometedora artista.
¿Os suena el nombre de Jeanne Hébuterne…? ¡Venga! ¡Si os gusta el arte la habréis visto decenas de veces!.
Efectivamente, Hébuterne fue la modelo, musa y amante de su ilustrísimo Amedeo Modigliani, y la representó hasta la saciedad a lo largo de su carrera artística. Lo que pocos conocen es que Jeanne era también pintora. Y muy buena.
Empezó a pintar, como no, en Montparnasse a pricipios del siglo XX, donde todos los famélicos artistas del barrio bohemio de París babeaban a su paso. Hébuterne era bellísima. Y también una talentosa dibujante, probablemente mejor que la mayoría de artistas de la época. Aunque era una mujer. Craso error.
Pintaba cosas como este magnífico autorretrato con mirada penetrante, en la que quizás podemos percibir un ápice de su legendaria belleza. Desde luego salta a la vista su talento. Un colorido audaz en pinceladas valientes. Una figura poderosa sobre un fondo apenas trabajado en un lienzo lleno de expresividad y encanto que parece gritar Je suis Jeanne Hébuterne.
La cosa prometía para Hébuterne, pero en 1917 la tragedia llegó a su vida: se enamoró.
Era un borracho, un enfermo, pero un imán. Era Amedeo Modigliani y al momento se fue a vivir a su miserable casa en la rue de la Grande-Chaumière, dejando la pintura de lado y dedicándose a cuidar a su nuevo amorcito. Se convirtieron así en los amantes de Montparnasse.
Un amor tan intenso acabó, por supuesto, en tragedia. El artista la palma a los 35 años y Jeanne, la triste Jeanne, la intensita enamorada, la muy —con perdón— tonta del culo, sintió que no podía vivir sin su amado. Incluso con una hija. Incluso estando embarazada de 9 meses de otra. Incluso pudiendo curar su dolor con la pintura que tan bien se le daba. Incluso con 21 años de vida. Se tiró por la ventana de un quinto piso. Murió un día después que Modigliani mientras él era enterrado «como un príncipe» en el cementerio de Père-Lachaise. Al entierro de ella fueron sólo algunos avergonzados familiares.
Años después trasladarían sus restos junto al pintor y en 1930 epitafio dice: Compañera devota hasta el sacrificio extremo. Ni una mención a su producción artística. Sólo a su compañía.
Hébuterne nos dejó pocos ejemplos de su arte, pero se ve en ellos un increíble potencial artístico, que nada tiene que envidiar al de Modigliani, aunque por supuesto sus cuadros quedaron eclipsados por los de su amante, hoy incuestionables y cotizados estratosféricamente.