Baco y Ariadna
La quintaesencia de la obra de arte mitológica.
Baco y Ariadna, dos enamorados que acabaron casándose y como regalo de bodas, el dios convirtió la corona de la novia en la constelación que vemos en la parte superior izquierda y que representa a la actual Corona Boreal. Si… así nacieron estas estrellas.
Aquí vemos el momento en el que se conocieron. Ariadna acababa de ser abandonada por Teseo en una isla (difícilmente se puede ser más cabrón… abandonar a tu amada en una isla…) y la joven corre por la playa desesperada, pero justo en ese momento el dios de vino hace acto de presencia en su carro tirado por leopardos con todo su séquito de sátiros, ménades, faunos y Sileno, siempre borracho como una cuba montado en su burro.
El flechazo es inmediato como nos demuestra esa primera mirada que se dan los enamorados. Ella olvida en el acto a Teseo y él deja de lado, al menos por el momento, su vida de sexo, drogas y rock and roll.
Porque la comitiva viene de una fiesta loca, desde luego… Animales descuartizados, serpientes, gente borracha, címbalos, cuernos y panderetas… Dos personajes llaman la atención en este grupo de gente: el pequeño fauno que arrastra una cabeza de ternero, y el sátiro con serpientes agarradas a su cuerpo.
Un extravagante grupo de gente loquísima, que paradójicamente, mantiene un cierta contención clásica en su conjunto. Tiziano por supuesto sabía lo que hacía, sobre todo en el tema del uso rico y armónico del color, del que es uno de los más grandes maestros de la historia.