Tiziano
Italia, 1477–1576
Sin duda Tiziano Vecellio fue uno de los mejores pintores de la historia del arte. Era «el sol entre las estrellas» según sus colegas artistas. Maestro del retrato o el paisaje, de pintura religiosa o mitológica, pintaba el género que le venía en gana con total virtuosismo. Fue evolucionando además a lo largo de una larga carrera en la que podemos ver varios Tizianos.
La leyenda ya cuenta que falseó su propia fecha de nacimiento (pudo nacer en 1490) para parecer más viejo y venerable, y así recabar más clientes (el Rey de España el primero). Se inició muy joven en el arte, con la cantera de la Escuela Veneciana, grupo que se caracterizaba por un uso moderno del color. Ahí se hizo un nombre, llegando a ser pintor oficial de la República de Venecia, cargo que ostentaría ininterrumpidamente durante sesenta años, hasta su muerte.
Aún sin rivales en la ciudad (muertos los míticos Giorgione y Bellini) no quiso dejar Venecia. Pero de toda Europa le llegaban encargos, sobre todo retratos de altos cargos entre los que se encontraba Carlos I. No sólo era su talento para extraer de cada fisonomía rasgos a la vez característicos y bellos, sino que consiguió captar el reflejo de la psicología de los retratados.
La leyenda cuenta que pintaba de forma tan realista que una vez pintó al Papa y dejo el cuadro secando en el balcón. La gente por la calle saludaba pensando que era el real.
El rey nombró a Tiziano «pintor primero» de la corona de España, y quizás por ello hay tanta obra suya en el Prado. Entre encargos realizó muchas escenas mitológicas, pero también asombrosas obras religiosas que hicieron que también el Papa Pablo III cayera rendido ante su arte. La ciudad de Roma le concedió en 1546 la ciudadanía, prestigioso reconocimiento que también había conseguido Miguel Ángel.
Tiziano fue uno de los soldados culturales de la Contrarreforma. La iglesia católica necesitaba artistas como él para crear la iconografía necesaria para expandir su ideología y este lo aprovechó al máximo para sacarse un dinerillo. Porque a pesar de ser millonario, era un tipo absolutamente tacaño, que siempre se quejaba de ser pobre, y que se servía en ocasiones del engaño para sacar tajada.
El pintor continuó aceptando encargos hasta el fin de sus días, y murió con los pinceles en la mano a causa de la peste negra. El respeto a su figura permitió que sus restos no fueran incinerados como obligaban las autoridades.
Siglos después su obra sigue siendo venerada. Sus colores cambiaron el rumbo del arte. Sin diseños preparatorios, Tiziano pintaba directamente sobre el lienzo y el resultado denota esa inmediatez y frescura. Un uso del color, vívido y luminoso, con una pincelada suelta y una delicadeza en las modulaciones cromáticas sin precedentes en la Historia del Arte occidental.
Un verdadero impresionista del XVI.