Las tres edades del hombre
El amor y la vida.
En este paisaje idílico vemos tres escenas diferentes que representan alegóricamente a las tres edades del hombre.
La primera de todas, la infancia (a la derecha) es personificada en dos encantadores y regordetes querubines que duermen abrazados. Sobre ellos gatea Cupido, que parece sostener el tronco de un árbol seco.
A la izquierda, con mayor protagonismo, vemos la madurez, encarnada en dos jóvenes —él un poco ligero de ropa—. El chico se está poniendo como una moto al ver como una muchacha rubia «le está tocando la flauta». Aquí Tiziano no oculta para nada la metáfora, y vemos como una de las flautas que agarra la moza entre las manos apunta directamente a la entrepierna del joven. La cara de este lo dice todo.
En el centro vemos la vejez, que está representada por un anciano sentado sosteniendo dos calavera en las manos (quizás aludiendo a los dos amantes de la izquierda, o incluso a los dos querubines de la derecha).
El enorme Tiziano escenifica la vida del hombre, muy ligada al amor como es habitual en su obra, que empieza con un amor inocente, después entra la pasión y finalmente, la reflexión de que todo es fugaz, incluido el amor, y estamos destinados a morir. Un día eres joven y al siguiente aplaudes al bailar.
Todo ello aderezado del delicado color veneciano característico de Tiziano Vecellio, «el sol entre las estrellas».