La piedad
El testamento artístico de Tiziano.
Corría el año de 1576 cuando la peste devastó Venecia. Tiziano Vecellio rondaba los 90 años y su hijo favorito Horacio, había muerto a causa de la epidemia que se extendía por la ciudad. Sabía que se iba a morir, y por eso, quería confrontar la muerte con su mejor arma que era el pincel.
La Piedad es el testamento artístico del gran Tiziano Vecellio. El maestro, escogió un tema bíblico, en el cual, la presencia de la muerte y la esperanza de la resurrección transforman la obra en un mensaje expiatorio con el que desea expresar la angustia de su propio fin.
En este escenario, donde la compasión y el dolor son los protagonistas principales, el autor decide autorretratarse en el rostro de José de Arimatea, completando una puesta en escena compuesta de numerosos elementos simbólicos y cargada de una iconografía salvadora. Llama la atención por ejemplo, la tablilla que aparece en la parte inferior derecha con las figuras de él y su hijo en actitud de plegaria. Como un cuadro dentro de otro cuadro, a manera de exvoto, Tiziano deja reflejada una necesidad personal de consuelo ante los últimos momentos de vida que le quedaban.
Pintor de éxito, cortes de toda Europa solicitaron sus servicios. Tiziano fue el máximo exponente de la Escuela Veneciana del Cinquecentto donde el color y la luz predominan sobre el dibujo. Pintó con igual éxito tanto temas bíblicos como mitológicos, estos últimos muy solicitados en todas las cortes debido a la maravillosa capacidad que tenía el artista de pintar el desnudo. Por esta razón, su última obra resulta tan inquietante.
La escena se desarrolla en un ambiente sombrío, severo, sin profundidad y triste. Hay una eliminación drástica del color, la economía cromática convierten en material expresivo la luz y la sombra, generadores de una penumbra opresora. Tiziano ejecuta la obra con cierta premura, quizá porque en este caso la belleza no es tan importante como lo profundo. Se aprecia una aniquilación de la forma, lo que hace pensar que la obra es un non finito, lo cierto es que en el tratamiento de las formas el pintor se decide por la desintegración de los volúmenes. Así la pintura se carga de un efecto dramático.
Si bien es cierto que responde al último estilo del maestro dónde la luz y la mancha son los protagonistas, en este lienzo resulta impactante ver incluso la marcas de los dedos del artista aplicando el color. Por tanto, estamos ante un cuadro que tiene una carga expresiva abrumante: el rostro desencajado de María Magdalena, el dolor sordo de la Virgen y el cuerpo yacente de Jesús perfectamente encajados en una magistral composición de diagonales nos dejan impasibles ante su contemplación.
La Piedad está ejecutada con una pincelada suelta y rápida donde la presencia de la materia pictórica nos revela con asombro cómo Tiziano se anticipó de alguna manera al impresionismo en búsqueda del mismo efecto: la importancia de la atmósfera por encima de la representación.
Tiziano Vecellio entendía perfectamente la emotividad que acompaña lo incorpóreo y así decidió sublimar su propia tragedia. Cuando el genio muere, la obra es terminada por Palma el joven. Tristemente la pintura nunca acompañó su tumba como quería el artista que hubiese sido.