La Asunción de la Virgen
¿Puede una pintura irradiar luz propia?
Se trata de una de las obras más importantes y conocidas de Tiziano. Para este encargo, que recibió del fraile Germano, el superior del convento de los Frari por aquella época, el artista debió tener muy en cuenta la percepción de la pintura desde el marco arquitectónico en la cual iría emplazada.
Mediante la gama cromática que escoge, Tiziano logra que la obra tenga luz propia. En toda la amplia producción del artista, no hay ninguna pintura como esta, es única.
La Ascensión de la Virgen es un tema religioso muy habitual en representaciones artísticas, tema que busca emocionar, complacer al espectador. A diferencia de la otra escuela pictórica del momento, la toscana, siempre con una connotación más intelectual, en la que predomina el dibujo, y el color quedará en segundo plano, Tiziano demuestra ser el mayor exponente de la pintura veneciana, caracterizada por la capacidad de fascinar, una llamada directa a cautivar los sentidos.
El artista separa a la perfección las dos esferas que componen la pintura: la esfera divina o celestial en la parte superior, y la esfera terrenal con los Apóstoles en la inferior.
A pesar de ser una obra de temática religiosa, Tiziano prescindió de utilizar nimbos en los personajes divinos, lo que aporta mayor humanidad en la escena, y los creyentes que la vieran podían sentirse más cercana a ella.
Con su gran dominio cromático, genera un realismo nunca antes visto mediante el color. Algunas partes muy iluminadas y otras en penumbra es lo que aporta la perspectiva y profundidad a la pintura, no el dibujo previo.