Baile de boda
Los caminos del exceso.
Lo que más le gustaba en el mundo a Bruegel era colarse en una boda campesina y pasárselo bomba comiendo, bebiendo y bailando. Y —quizás también— tomando alguna nota para su siguiente obra sobre la vida campesina flamenca.
No son pocas las pinturas sobre el tema de este genio de la pintura renacentista fuera de Italia. Las fiestas eran para Bruegel lo que los paisajes para Turner: un buen porcentaje de su obra. Lo extraño es que no siempre es para mostrar algo positivo, sino que muchos ven tanto baile y comilona como una denuncia moralizante de los excesos. Es entonces Bruegel bastante bipolar en cuanto a representar lo que le gusta y lo que es pecado. No olvidemos que Felipe II de España (y Flandes) quería prohibir muchas de las celebraciones colectivas representadas por Bruegel.
En este caso retrata una boda con unos invitados que parece que llevan ya unos vinos encima. El pintor quizás exagera poses y aspavientos para que todo parezca más rural, más auténtico. En la pintura es todo típico del artista: temas populares, colectivos de gente, personajes tomados del natural, y especialmente ese detallismo — tanto en figuras como en el paisaje— que nos deja perplejos si nos acercarnos un poco.
Se cuenta más como leyenda que como hecho probado que vestido como uno de ellos, Bruegel se colaba en ferias y bodas como un invitado más y tomaba notas sobre el comportamiento y la estética de los invitados. Así hasta que murió a los 45 años. Quizás demasiados banquetes y bailoteos inmorales.