Baile de tarde
Bailar pegados en el taller de Casas.
El artista Ramon Casas fue uno de los máximos exponentes del Modernismo catalán en las disciplinas de la pintura, el dibujo y el cartel. Siendo muy joven (15 años) consiguió continuar sus estudios de arte en París. Allí se descubrió su brillantez. Su Autorretrato (1883) pintado con solo diecisiete años fue lo que le definió como artista.
La escena plástica Baile de tarde nos transmite su pasión por plasmar grupos de personas y costumbres. Esta acción está captada en su ciudad natal, Barcelona, se supone que el lugar donde se refleja la escena es el propio patio del taller de Casas. Es sabido que allí se organizaban eventos culturales y reuniones de artistas, aunque en este caso nos encontremos ante una escena festiva y desenfadada de la alta burguesía a media tarde. La luz que se filtra en el toldo ocre crea una atmosfera cálida parecida a los atardeceres luminosos de los que se apoderó el artista en su viaje a Granada.
La destreza que Ramon Casas demostraba con el pincel elaboró que Baile de tarde fuese un abanico lleno de detalles y le diese a cada personaje su propia narrativa: los gestos de cada personaje le confieren un estado de ánimo diferente. El hombre de negro sentado en primer término, acompañado de una figura femenina, muestra un abatimiento que resalta en la armonía del resto de la composición.
El artista define delicadamente a unas mujeres sentadas de espalda al espectador, ricamente vestidas de tul blanco, en actitud de espera a que alguien las invite a bailar. Corrillos de hombres, que perspectivamente están más alejados del espectador, y que muestran tener una conversación entre ellos. En medio de este ambiente tan desenfadado y amigable, destaca llamativamente la soledad de una mujer sentada a la izquierda de la composición, posiblemente vigilando a su pupila.
Las tonalidades claras de las vestimentas femeninas (rosados, blancos y grises) muestran la elegancia y refinamiento de la alta sociedad de la época. La seriedad de los trajes negros de los hombres contrasta con la delicadeza de las telas femeninas. Ramon Casas crea una imagen exquisita sobre los eventos de la burguesía catalana, muy al contrario de Toulouse-Lautrec que recreaba bailes de la noche de la bohemia parisina como en la obra Moulin Rouge, La Goulue.