Belisario pidiendo limosna
Una limosna para quien lo ha perdido todo.
El protagonista de esta triste escena es Belisario, el anciano que pide limosna en la calle. Sus días de gloria quedaron ya atrás, ¿quién pensaría que este pobre mendigo fue alguna vez alguien con poder?
De joven, Belisario fue un importante general y héroe bizantino, obtuvo múltiples victorias con las que alcanzó respeto y prestigio entre la ciudadanía. Sin embargo, el emperador que gobernaba en aquella época, Justiniano, comenzó a recelar de él sin motivo justificado, y acabaron acusándolo (sin pruebas) de conspirar contra él.
Belisario no tuvo ninguna oportunidad de explicarse o defenderse. Le privaron de todos sus bienes, y por si eso fuera poco le arrancaron los ojos. Al pobre hombre no le quedó otra que mendigar para sobrevivir.
Y así es como lo vemos en la pintura de Jacques–Louis David, pidiendo limosna acompañado de un niño, su lazarillo. En la piedra donde se apoya su bastón podemos leer una inscripción en latín: Date Obolum Belisario, es decir, entregar a Belisario un tipo de moneda de plata.
Tras la mujer que les da algo de dinero, un soldado se detiene ante semejante estampa. Su cara es de sorpresa, y levanta los brazos y manos, muy teatral. Aunque haya envejecido, el soldado reconoce perfectamente a Belisario (probablemente luchó junto a él, bajo sus órdenes), y queda pasmado al comprobar su indigna vejez. El claro mensaje que nos lanza David es una crítica hacia injusticias como esta.
Resuelve muy bien la anatomía de los protagonistas, aunque aún no es el estilo puramente neoclásico del artista, que desarrollará en su totalidad unos años después, aunque se le acerca.