
Beso
Odioso minotauro.
Muchos consideran a este beso uno de los mejores besos de la historia del arte. Como en los besos reales, hay gustos para todo. Y es que ningún crítico puede saber mejor que tú si te gusta un beso o no. Lo mismo pasa con el arte.
Exagerada o no esta calificación, la pintura tiene su importancia, al menos en el universo picassiano.
Tenía 88 años, y muy poco le quedaba para morir, pero Picasso todavía conservaba la libido a tope. Se veía a sí mismo como algo así como un minotauro. Un apasionado amante. Y así se pinta, hasta con algo de pelo. Y acercando el punto de vista para que veamos bien sus logros, sus conquistas, sus triunfos de torero con esa enésima amante, musa y modelo de usar y tirar. Otra muchacha prácticamente anónima si no es por la hagiografía del señor P.
Pero separando la obra del artista, porque si no, quizás casi toda la historia del arte occidental sería prácticamente cuestionada, estamos, pese a mis desavenencias como mujer y como persona, ante uno de los mejores artistas del siglo XX. Al Guernica me remito. Y a este beso.
En este beso los labios de los amantes se sellan, se funden, se coagulan. Ella está retorcida de pasión, con los ojos licuándose de amor y admiración por el odioso minotauro. Uno de los mejores besos jamás dados.