Boceto para cuatro apóstoles en la última cena
Entre Correggio y Caravaggio.
En algún lugar entre el Manierismo y el Barroco aparece la figura de Federico Barocci, muy talentoso pintor que ayudaría a la germinación del nuevo estilo que dominaría el siglo XVII.
Barocci nació, vivió y trabajó en Urbino, en donde está su cuadro La Última Cena, todo un prodigio técnico para la época. El artista dominaba la luz y el color con su estilo brillante y vivaz, y se ve en esta obra maestra de madurez.
Pero para realizar el descomunal cuadro, el artista realizó varios bocetos como el que nos toca.
Barocci fue un pionero en realizar bocetos al óleo de sus obras, perfeccionando sus tonos suaves y opalescentes. Dichos estudios fueron parte de un proceso complejo de estudios gestuales, estudios de composición, estudios de figura (utilizando modelos), estudios de iluminación (utilizando modelos de arcilla), estudios de perspectiva, estudios de color, estudios de naturaleza…
A pesar de este laborioso proceso, Barocci deja intactas unas pinceladas apasionadas y libres y sobre todo esa singular luminosidad que tantas puertas abriría al arte posterior. De hecho, artistas como Rubens tomarían buena nota de la técnica y la forma de trabajar de Barocci.
Existen más de 2000 dibujos hechos por él, más que cualquier otro artista de ese período, y eso que solo podía trabajar un par de horas al día, debido a una dolencia intestinal que le atormentaría durante sus siguientes 52 años de vida. El artista estaba seguro que habían sido unos rivales envidiosos que le habían envenenado la comida.
Psicosomática o no, esta dolencia le hacía vomitar todo lo que comía, no dormía, tenía horribles pesadillas y su salud fue desde entonces frágil, aunque, como vemos, siguió activo bastantes años, trabajando en períodos cortos durante el día.