Natividad
Ho, Ho, Ho!
Barocci pinta a lo veneciano esta Natividad llena de luz y de color, pese a que es de noche, y con ello dota a la pintura de esa atmósfera especial y poética, además de subrayar la metáfora del evangelio en la que Jesús es la nueva luz del mundo.
El Niño acaba de nacer y transmite luz con su presencia, repartiéndola diagonalmente por todo el pesebre. La Virgen, la mula y el buey lo miran con afecto, mientras San José, en la puerta, da la noticia a unos expectantes pastores que se debaten entre entrar o quedarse fuera (una lectura podría ser aceptar o no esa revolución cultural que fue la contrarreforma católica, que quiso atraer a los fieles por medio del arte más espectacular jamás creado hasta entonces). Barocci fue uno de los fieles soldados a la vanguardia de esa pionera revolución artística.
Esa diagonal que transcurre por el cuadro creada por medio de luz, lejos de dar dramatismo como sería la tónica en el inminente barroco, es aquí la encargada de dar una cordial dimensión espacial, como en el calor de un hogar.
Intimidad, afecto y gusto por los detalles podrían resumir esta pintura de tan hábil y elegante iluminación.