Noche de Navidad
(La bendición de los bueyes)
Gauguin pinta las navidades en la Bretaña.
Es invierno en la Bretaña. Atardece. Las cabañas están cubiertas de nieve. Solo el campanario de Pont-Aven sobresale (aunque Gauguin le corta el pináculo sin contemplaciones) y unas mujeres acompañan a los bueyes en esta extraña y melancólica procesión navideña que da un aire enigmático a la pintura al óleo.
En un santuario se representa la natividad de Jesucristo y parece que las mujeres van a adorar al niño, como hicieron hace más de 2000 años en Palestina.
Todo el cuadro rezuma primitivismo. Un estilo esquemático y simbolista, que el pintor adereza con su habitual libertad cromática.
Una mañana de 1903, el vecino del artista, Tioka, lo encontró muerto a las 11 de la mañana en su cabaña de los mares del sur, confirmando el hecho al practicar una tradición de las Marquesas en la que se muerde la cabeza de alguien para intentar revivirlo. Al lado de su cama estaba un caballete con este cuadro y una botella de láudano, lo cual ha generado especulaciones de que fue víctima de una sobredosis.
Quizás el pintor, sintiendo su final y añorado su tierra natal en su retiro de la Polinesia, lo puso en su caballete para contemplarlo en su agonía. Quizás el sofocante calor de la fiebre le hizo recordar la refrescante nieve del invierno bretón, y en un ataque de morriña decidió rememorar las fiestas navideñas de su tierra con esos colores fríos.