Agua misteriosa
Gauguin y su pasión por Tahití.
Si a mediados del siglo XIX, artistas e intelectuales se sintieron atraídos por el exotismo de las civilizaciones orientales, a finales de siglo esa mirada sobre lo lejano y distinto culminará en la atracción por lo remoto y salvaje. Lugares lejanos, donde la influencia del mundo moderno e industrializado todavía no hubiese cristalizado y dónde aún habitase el hombre natural del que hablaba Rousseau. En este viaje hacia lo natural y primigenio nos encontramos con Gauguin y su pasión por Tahití.
“Me marcho a fin de tener paz y tranquilidad, de librarme de la influencia de la civilización… sumergirme en la naturaleza virgen, no ver más que salvajes, vivir su vida”.
Y tras dos duros meses de travesía, llegó a Papeete, la principal localidad de la isla deTahití. A su encuentro no acudieron tahitianas semidesnudas con danzas y cánticos sugerentes, habían sido prohibidos por lascivos y sus pareos sustituidos por el decente vestido misionero, todo dentro del recato y decoro impuestos por los colonos, católicos franceses. Tahití, primero protectorado, fue declarada colonia francesa en 1880, de modo que lo que encontró Gauguin fue el cruel espectro del hombre salvaje colonizado.
Decepcionado y desolado por el sometimiento de la cultura maorí a la civilización occidental, emprende camino hacia las zonas más vírgenes en busca de un modo de vida tradicional y en armonía con la naturaleza. Se adentra en las escarpadas y abruptas montañas por donde el agua se abre camino con insistencia milenaria, lugares casi sagrados donde habitan los temidos espíritus tupapau. Gauguin relata como de la espesura vegetal surge un hombre que bebe, se zambulle en un arroyo y con el movimiento inquieto de un antílope regresa a la espesura, mientras él, lo observa escondido.
Gauguin copia la escena y emplea áreas de color que intensifican esa vegetación tropical. Un uso del color que cada vez adquiere más protagonismo y aunque aún está al servicio de la representación inicia un camino hacia la autonomía expresiva, influencia que tendrá continuidad en artistas como Matisse o Picasso y en movimientos como el fauvismo y el expresionismo.