Cansados de la vida
Die Lebensmüden
Cinco viejos escalofriantemente reales nos miran de frente con una actitud no demasiado optimista. No se comunican entre sí, pero ese agotamiento físico y espiritual, esa triste inexpresividad parece transmitir lo que dice el título: están ya cansados de la vida.
Estilísticamente, estamos ante un cuadro típico del «paralelismo» de Hodler, ese minucioso orden rítmico de figuras y líneas, (definido por el propio artista como la repetición de formas semejantes). El paralelismo es esa simetría simbolista que podríamos definir como decorativismo cósmico.
Con este singular estilo Hodler se convirtió en una de las figuras más interesantes del simbolismo —además de precursor del expresionismo— y su forma de pintar podía ser el vehículo ideal para tratar uno de sus temas predilectos: el destino humano ante la proximidad de la muerte.
Sin embargo la crudeza y esa frontalidad radical de Cansados de la vida provocó el rechazo unánime del público. Seguramente era demasiado pesimista, y por lo general a la gente no le gustan los pesimistas, y eso que no son otra cosa que optimistas con experiencia.
Podemos rastrear en esta pintura la influencia de la visita de Hodler al Museo del Prado —obligada para todo artista—, donde debió de tomar buena nota de los maestros españoles, y terminó contagiándose de su oscuridad y realismo.