Ferdinand Hodler
Suíza, 1853–1918
Ferdinand Hodler, uno de los principales pintores del simbolismo centroeuropeo y del Art Noveau, estuvo en esa encrucijada entre el siglo XIX y el siglo XX, y por lo tanto movió de alguna forma los entresijos del arte moderno. Antes de los expresionistas, tomó ciertas de sus características para trasmitir algo más que belleza estética.
De familia muy modesta, Hodler se formó más como artesano que como artista, pero pronto se descubre un inusual talento que no pasa desapercibido en la ciudad de Ginebra. Pese a todo, las penurias económicas siguen presentes.
Se introduce en los círculos simbolistas, y acepta todos sus códigos. Pero su arte va evolucionando siguiendo su propio camino. Hodler pinta una obra realista pero muy idealista y universal precisamente por ser simbólica. Se preocupa además de un minucioso orden rítmico de figuras y líneas. «El paralelismo» (definido por Hodler como la repetición de formas semejantes) fue desde entonces la clave de su arte.
Hodler es también un excelente paisajista. Recreando su patria Suiza, abundan temibles montes y espectaculares lagos, pero también simples árboles o rocas, o a veces apenas manchas. Para ello investiga incluso datos topográficos, aún cuando es inevitable la eliminación de lo accesorio e irregular, llegando en ocasiones a la abstracción.
Al final, fue un artista muy popular en Suiza, e incluso los billetes de 50 francos de la época tenían dibujada una obra suya: «El leñador». Murió dejando una gran número de obras inacabadas, en las que aún así (o quizás por ello), se percibe mejor la belleza de su arte.