Carmelina
Desnudo frontal.
A lo largo de su carrera, ya sea en pintura o en escultura, Henri Matisse vuelve una y otra vez al desnudo femenino, como una especie de obsesión artística y también personal. Matisse no era Picasso, no era tan extremadamente womanizer, aunque alguna que otra amante tuvo. Que se lo digan a su sufrida mujer Amélie…
Con esto no queremos insinuar que Matisse y esta modelo llamada Carmelina estuvieran liados… De hecho, parece que este cuadro es más artístico que erótico. Lo que a Matisse le interesaba en esta época era la pintura, o más bien cómo cambiarla.
Este es un ejemplo de desnudo en su etapa proto-fauvista (o post-postimpersionista) donde Matisse crea una composición aparentemente caótica con una evidente tensión entre figura y fondo, y hasta se permite autorretratarse entre todos esos elementos rectangulares que aparecen en una obra ya de por sí mismo bastante rectangular. Todo un esfuerzo desde el punto de vista pictórico que le sale realmente bien.
Las curvas de la modelo dialogan así con las líneas rectas del estudio del pintor y todo el conjunto se une mediante ese acojonante contraste entre luces y sombras, que se ven perfectamente en el cuerpo de Carmelina, que está colocada con una explícita frontalidad que le da casi un toque místico.