La línea verde
Retrato de su señora omitiendo toda tradición cromática.
Matisse pinta a su mujer, Amélie Noellie Matisse-Parayre haciendo caso omiso a toda tradición cromática.
El color es absolutamente novedoso (de eso iba el Fauvismo) y quizás por ello en el Salón de Otoño de 1905, donde fue exibida la obra, la gente huyó despavorida al ver semejante «monstruo».
En realidad Amélie no era así, sino más bien Matisse la veía así. Como reza el título del cuadro, una línea verde cruza el rostro de su mujer de frente a barbilla, y es quizás esa línea la verdadera protagonista de la obra, al hacerla interactuar el artista con los demás colores como un todo armonioso.
Aunque el público no vio nada armonioso. Tampoco la crítica. Esta pintura y otras obras de varios fauvistas contrastaban demasiado con una escultura académica que se mostraba en la sala de exposiciones, y un crítico apuntó que la escultura parecía un «Donatello entre fieras salvajes» (fauves en francés). El comentario se propagó y no sólo bautizó al movimiento con esta crítica despectiva (otros movimientos fueron también bautizados a partir de desprecios, como el impresionismo o el cubismo), sino que a Matisse le quedó la fama legendaria de animal pisoteando las convenciones académicas.
Nada más lejos de la realidad… Matisse no era ese maníaco de barba erizada, sino un elegante y educado caballero de gafitas que sólo buscaba la serenidad con su arte.