Censo de Belén
Camuflaje navideño.
¿Un paisaje, un evento multitudinario, una escena de género, una crítica política o una estampa navideña…? Todo eso y mucho más tenemos en esta pintura en la que el Señor Bruegel combina como nadie lo sagrado y lo profano.
Si afinamos la vista veremos camuflada entre la multitud a la Sagrada Familia con San José, la Virgen, la mula y el buey. Solo falta Jesucristo, que iba a nacer en breve. Hasta ahí la escena religiosa. Parece que Bruegel resta protagonismo a los que deberían ser los protagonistas pues lo que vemos es un plano general del un pueblo flamenco en plena ebullición (evidentemente, no estamos viendo representada Palestina). Hay matanza de cerdo, niños jugando en el hielo, batallas de bolas de nieve, gente transportando cosas… Gente de a pie, lo que le gustaba pintar al artista.
La escena religiosa camuflada entre la multitud hace pensar que puede haber una doble lectura en la pintura de Bruegel. Y es que, a pesar del título, no estamos ante el famoso censo de Belén, documentado históricamente por San Lucas y otras fuentes (vivían en la región 4.937.000 ciudadanos romanos) [1], sino ante una muy profana recaudación de impuestos. Los ciudadanos flamencos van hacia la ventanilla para pagar sus tributos al rey Felipe II, rey de España y quizás eso sea una crítica hacia un imperio que estaba sangrando a los Países Bajos, en la época bajo las garras españolas.