Cesta de frutas
(cabeza reversible)
Un retrato o un suculento bodegón, según lo miremos.
Ya lo vimos en su fabuloso «Asado». A Arcimboldo le iba el juego.
Y aquí hace lo mismo: el artista pinta un bodegón de frutas, que al girarlo 180º se convierte en un retrato.
Arcimboldo fue uno de esos escasos artistas que siendo visionario, y anticipándose unos cuantos siglos a su tiempo, gozó de un enorme éxito. Reyes de toda Europa querían sus pinturas e invitarlo a sus galas (el artista era un experto organizador de fiestas y espectáculos, eso que ahora los pedantes llaman «Estética relacional») y por supuesto, sus cuadros eran verdaderas atracciones para pasarse horas mirándolos.
Lo que observamos aquí es una suculenta cesta de frutas, con manzanas, peras, uvas, castañas y demás manjares otoñales que el artista pintó para formar a la vez un simpático retrato si le damos la vuelta. Mucho ingenio y una técnica perfecta dan como resultado una imagen muy atractiva.
Pese a que Arcimboldo fue una estrella, su obra pasó siglos sin interesar a nadie, hasta que en el siglo XX los surrealistas lo redescubrieron. Normal… dobles imágenes, un poco de misterio, juego… y una inquietante asociación con el canibalismo, ya que dan ganas de comerse a mordiscos al tipo que está retratado.