Giuseppe Arcimboldo
Italia, 1527–1593
Ya existían las vanguardias en el siglo XVI. Artistas como Giuseppe Arcimboldo o El Bosco son la prueba de ello.
Humor, frescura, originalidad, carácter visionario, una desbordante imaginación y ese cierto matiz, llamémosle subversivo, son los rasgos que caracterizan a ambos artistas, pero mientras que El Bosco se centraba en los contenidos, Arcimboldo (aún sin descuidar estos) realmente cuidaba también de los continentes.
No son solo ilusiones ópticas sus pinturas. Son alegorías de lo más moderno y con ellas se hacen las preguntas correctas en el arte: Esas que cuesta responder… En realidad, sus pinturas son un juego (el artista era además un experto organizador de fiestas y espectáculos y un extravagante inventor).
Hoy es recordado por sus cabezas compuestas. Frutas, verduras, animales y objetos de todo tipo son ubicados de modo que al verlos juntos, se forma un rostro. Otros hay que girarlos 180º para que un bodegón se convierta en un retrato. Retratos simbólicos, sarcásticos o directamente indescifrales, que en muchos casos, según dicen, se parecían extrañamente a los retratados.
Arcimboldo fue uno de esos escasos artistas que se anticipó a su tiempo gozando de un enorme éxito. Toda Europa se rifaba sus pinturas hasta que al poco tiempo cayó en el olvido durante siglos. Hubo que esperar al siglo XX cuando otros amantes de los juegos, los surrealistas, recuperaron su figura. Entre ellos Salvador Dalí que probablemente se inspiró en él para desarrollar su método paranóico crítico.