
Crucifixión
(Corpus hypercubus)
Sueño de una espiritualidad científica.
Sólo Dalí podría mezclar religión (obviamente católica), ciencia (geometría) y los catalán de esta manera para representar la crucifixión de Cristo. Es el llamado «misticismo nuclear», otro de los locos locos inventos de este artista aún hoy controvertido.
Así plasma Dalí a JC, levitando en su hipercubo (un teseracto, para los que entendáis de esos galimatías tan incomprensible como el concepto de Santísima Trinidad) y sin rastro de la extrema tortura a la que fue sometido en la semana santa del año 33. Ni corona de espinas, ni clavos, ni siquiera una gota de sangre. Únicamente una espiritualidad científica como salida de un sueño lúcido.
Esta Crucifixión bebe evidentemente de su propio Cristo de San Juan de la Cruz pintado tres años antes, y además de la pintura religiosa de los antiguos maestros como Velázquez, Zurbarán o Murillo, a los que Dalí idolatraba casi tanto como a sí mismo. Lo vemos en el claroscuro barroco, en la anatomía clásica y en las ropas de Gala, esposa y musa del artista, que aparece a los pies del crucificado como una María Magdalena que el pintor calificó como la unión perfecta del desarrollo del octaedro hipercúbico en el plano humano del cubo.
El paisaje es —como no— el de Cadaqués (su propia Judea catalana), además de ser un gigantesco tablero de ajedrez para amplificar
Como curiosidad, decir que esta pintura era la favorita de la infame escritora Ayn Rand y que al parecer influyó para la creación de sus nefastos libros.