El enigma de Hitler
Unión delirante de los dos bigotes más excéntricos del siglo XX.
Dalí siempre fue polémico. A los surrealistas ya nunca les había gustado el descaro con el que exhibía públicamente sus obsesiones sexuales, su rechazo de militar en el comunismo y su pasión por el dinero.
Pero la representación de Hitler en un año como ese ya sobrepasó el límite de lo aceptable, por lo que decidieron excluirlo del grupo liderado por André Breton.
La escenita fue mas o menos así:
Era la reunión surrealista de turno en 42 de la calle Fontaine. Los compañeros estaban planteándose expulsar a Dalí por sus últimos cuadros, en los que parecía casi glorificar al nuevo canciller alemán.
Dalí hizo su entrada abrigadísimo con numerosos jerseys y un termómetro bajo la lengua y, mientras se iba quitando la ropa, comenzó su defensa de forma bastante coherente, aludiendo a los sueños, el canibalismo de los objetos, el gran masturbador, la costilla de cordero y la langosta cuya disposición de la carne en relación con el hueso establece sorpendentemente contradicciones.
Después, en nombre del surrealismo, aprobó las persecuciones nazis presentando a Hitler como una especie de genial Cecil B. de Mille de la masacre. Dalí le dijo a Breton que nadie podía impedir que soñara con él: “Es tan mimosito y besucón con su bigotito…”
Finalmente, Dalí casi desnudo espetó “Es lo mismo, mi querido Breton, que si yo soñase hoy que estoy con usted en una posición amorosa, mañana por la mañana no dudaría en pintar esta escena con todos sus detalles”.
Breton se quedó pálido. Al momento fue expulsado y el pintor dijo mientras recogía la ropa: “Je suis desolé”.
Más tarde comentaría esa frase de “la diferencia entre los surrealistas y yo es que yo soy surrealista”.
El enigma de Hitler
Este óleo nos muestra un teléfono derritiéndose, con el cable cortado, impidiendo toda comunicación y colgando de una frágil rama de olivo (suponemos que simbolizando la paz). El aparato se derrite como un queso camembert sobre un plato medio vacío con apenas unas pocas judías y la foto-carnet de Adolf Hitler.
Vemos muchos otros elementos como murciélagos (que lo aterrorizaban desde niño) un paraguas cerrado (que alude al primer ministro inglés, Neville Chamberlain) y un cielo encapotado, que presagia los duros tiempos que se avecinaban.
Como en su “Premonición de la guerra civil”, Dalí prevé los horrores que vendrían después de La conferencia de Munich, y lo cierto es que se quedó corto.