Descanso en la huida a Egipto

Mirando esta obra, seguramente te preguntes por qué la Virgen es pelirroja, qué hace un ángel ahí, o simplemente, qué está pasando. En primer lugar, debemos saber que aparece representada la Sagrada Familia tomando un descanso mientras huían hacia Egipto, asustados ante la amenaza que supone la persecución del rey Herodes, dispuesto a acabar con el hijo de Dios. El tema del Descanso en la huida a Egipto es muy popular en el arte, habiendo sido tratado anteriormente por Joachim Patinir. Fechado entre 1596 y 1597, se trata del primer tema bíblico que realizó Caravaggio.

Aún así, observamos como Caravaggio rompe las normas tradicionales y se opone al decoro exigido por la Contrarreforma. De este modo, representó a una familia sencilla que se ha detenido a descansar en un bosque. Es además extraño que la Virgen aparezca pelirroja y mostrando una expresión de cansancio, lo cual la aleja de lo divino. Así mismo, San José tiene a su derecha una botella de vino.

Otra peculiaridad es el tratamiento del paisaje, pues en el resto de obras del pintor italiano, el paisaje es inexistente. De hecho, se bromea diciendo que el cielo de las cerca de 80 obras de Caravaggio juntas tan solo sumarían unos centímetros de pintura. Posiblemente este mayor interés por el paisaje se deba a la influencia lombarda y veneciana. Esta influencia también se aprecia en la variada gama cromática, insólita en la producción del pintor tenebrista.

Respecto a la composición, observamos dos grupos de personajes inscritos en un rectángulo. Por un lado, José y el ángel representan el lado humano y por ello aparecen junto a elementos naturales áridos y secos. Sin embargo, la naturaleza y el paisaje son más frondosos en la zona de la derecha, donde se ubican la Virgen y el Niño, la parte divina. Esta idea de superioridad de la vida divina sobre la terrenal se representa además en la cuerda rota del violín que sostiene el ángel.

Examinado la partitura pintada minuciosamente se determinó que el ángel está tocando un motete del compositor flamenco Noel Bauldeweyn. Probablemente esto se incluyó por el gusto por la música del cliente. Aunque no se sabe bien quién encargó la obra, siendo posibles sospechosos el monseñor Girolamo Agucchi, el cardenal Pietro Adobrandini y el monseñor Fantino Petrignani.