Desnudo con toalla blanca
Todo es color.
Matisse empieza a experimentar como un loco, buscando lo que muy poco después se conocería como Fauvismo, una de las primeras vanguardias históricas que pondrían el mundo del arte un poquito al revés durante unos breves años de ingenua modernidad.
Es esta, por lo tanto, una obra proto-fauve, aunque ya cuenta con todos los elementos que escandalizarían a los críticos de ese Salón de Otoño de 1905, dos años después. Un tío llamado Louis Vauxcelles, de profesión crítico de arte, bautizaría no sólo al fauvismo con una de sus críticas negativas, sino después al cubismo, pasando así a la historia como un personaje desfasado que no se entera de nada. Un poco como yo cuando escucho la música actual.
Este desnudo con la toalla blanca fue realizado en una época conflictiva para el artista. Algún historiador habla paradójicamente de «años oscuros». en referencia a las tonalidades oscuras de la mayoría de cuadros pintados ese año, aunque evidentemente no es el caso. Aquí todo es color. Pero sobre todo fueron años duros por el llamado «escándalo Humbert», una estafa financiera piramidal como las que de vez en cuando nos regalan los amigos del ultra-capitalismo sin fronteras. Frédéric y Thérèse Humbert dejaron arruinados a más de 11000 inversores, robándoles los ahorros de su vida. ¿Qué tiene que ver Matisse en todo eso? los padres de su esposa Amélie trabajaban para los Humberts y estaban involucrados en la trama
Matisse, con sus suegros en la cárcel, su esposa deprimida, y sus padres insistiendo en que dejara esa tontería del arte, se había quedado sin dinero y decidió dar un cambio radical a su pintura. Tomó como modelo a Amélie, y junto a una silla, una toalla blanca y la luz entrando en la habitación, usó sus tubos de pintura sin mezclar.
Matisse lo apostó todo a una mano realizando una obra radical e intransigente con lo anterior. Se dejó de tonos suaves y unificó psicológica y formalmente figura y fondo. Todos los elementos en desnudo con la toalla blanca tienen el mismo énfasis y todas las partes de la superficie se trabajan con igual intensidad. Hoy sabemos que Matisse ganó, pero sin duda le echó huevos.