Desnudo inclinado hacia adelante
La mujer fálica.
Lee Miller, modelo —primera modelo en aparecer en un anuncio de tampones—, después fotógrafa artística —se fue a estudiar con Man Ray a París, convirtiéndose en su amante, musa y «negra»[1]— después, especializada en moda para Vogue —era nada menos que la fotógrafa más importante de la época— después, harta de la superficialidad del mundo de la moda, se transformó en corresponsal de guerra —llegando a fotografiarse en la bañera de Hitler tras la victoria—, y después, víctima del estrés post-traumático tras ver atrocidades y campos de concentración nazis, su talento se fue diluyendo en alcohol.
Pero Miller, en los años 30, fue también una fotógrafa experimental y vanguardista. La figura femenina —la suya propia— se convirtió en su herramienta, en su laboratorio. Nunca tuvo miedo o vergüenza de su propia desnudez. Se autorretrató en infinidad de ocasiones para sacar petróleo (artístico) de su propio cuerpo.
Fotos como este desnudo semi-abstracto, que parece una escultura moderna de mármol, convierten a las formas femeninas en lo que parece un falo erecto, una especie de tótem freudiano. Un cuerpo sin brazos, sin piernas, con el culo en pompa hacia arriba, para reorientar el cuerpo de la mujer, ilustrando la confusión y subconsciencia de la sexualidad cotidiana.
Esta señora sabía fotografiar, y por motivos que escapan a cualquier explicación, su talento no es hoy en día venerado como se merece.