Desnudo reclinado
La maestra de los desnudos.
Esta artista fue antes modelo. Posó para Renoir, Lautrec, Degas… todos amigos suyos, y todos ellos maravillosos, pero ninguno llega al nivel de los cientos de desnudos realizados por la que quizás sea la mejor artista de todos: Suzanne Valadon.
Valadon (llamada cariñosamente Suzanne por estar siempre rodeada de viejos) fue de todo antes de ser artista: modista, obrera, funeraria, camarera, acróbata, modelo (sí, en muchísimos cuadros aparece su rostro)… pero al final, el estar rodeada de artistas se le debió contagiar y su siguiente aventura fue la pintura, demostrando ser una de las mejores artistas del post-impresionismo.
La artista era extravagante: siempre llevaba consigo un manojo de zanahorias, no sabemos bien porqué, y tenía en su estudio una cabra para que se comiera sus malos dibujos. Rodeada de gatos (pintó a Raminou con maestría), la Valadon los alimentaba todos los viernes con el mejor caviar.
La obra de Valadon es magnífica. Destaca su dominio de las composiciones y lo vibrante de sus coloridos. Pintó todos los géneros, pero fue famosa por sus desnudos. Tengamos en cuenta que en la época era un escándalo que una mujer pintara desnudos femeninos. Masculinos ya era impensable. Por supuesto Valadon pintó a hombres y mujeres, y los pintó mejor que nadie en la época. Con pelos y señales.
Ninguno captó la intimidad como ella, ninguno mostró el cuerpo femenino con tanta elegancia, realismo y talento, ninguno supo dar esa poesía a la intimidad en el hogar moderno.
Aquí la vemos autorretratada con las características inconfundibles de la pintora: un desnudo voluptuoso, una mirada directa a nosotros (Valadon no era tímida precisamente… aunque aquí tape sus partes), un sofá ya usado en otras de sus pinturas, y esa pincelada mágica, que manejaba mejor que cualquiera de sus amigos que sí pasaron con más popularidad a la historia del arte.