La echadora de cartas
(El futuro revelado)
El desnudo porvenir encerrado en un triste museo.
La gran Suzanne Valadon, primero modelo (entre mil cosas más), y después artista que superó a los que la habían pintado (Puvis, Renoir, Lautrec o Degas), creó obras tan sorprendentes como esta “Echadora de cartas”, en la que se nos muestra uno de sus típicos desnudos voluptuosos, una obra con una rica composición y esa narrativa de un misterio que podríamos definir como femenino.
La echadora de cartas enseña a la mujer desnuda la reina de diamantes que acaba de salir en su tirada. Desconozco el significado de este naipe concreto en cartomancia, pero a juzgar por su actitud relajada, parece que esta mujer desnuda no se está tomando mal del todo el porvenir que le acaban de revelar.
Los tonos rojizos del sofá, las telas, las carnes y algún naipe amplifican esta escena cargada de sensualidad.
Por desgracia, esta magnífica obra maestra se encuentra ubicada en el museo más lamentable de toda suiza: El Petit Palais de Genève, un palacete propiedad del típico millonario paleto de este país que tiene encerrados sus tesoros para que nadie pueda disfrutar de ellos.
De vez en cuando, este palurdo podrido de francos suizos “tiene la generosidad” de prestar algunas de sus maravillas para algún museo (estamos hablando de cuadros de Cezanne, Caillebotte, Degas, Gauguin, Lautrec, Picasso y un etcétera demasiado largo), pero el palacete sigue cerrado a cal y canto, suponemos que porque se perdería dinero al abrirlo.
Claude Ghez – el director y actual propietario del Petit Palais – es, por supuesto, de una estirpe de millonarios. Su padre Oscar Ghez, de profesión “industrial”, fue el que se hizo con la impresionante colección y la exhibió para que los suizos disfrutaran del mejor arte que el dinero puede comprar.
Oscar se estableció en este democrático país. Quizás como judío que pudo huir durante la guerra quiso agradecer a Suiza el haberse financiado en parte con los dientes de oro de su pueblo, y demostró buen gusto al comprar semejante cantidad de obras (629), y gran generosidad por compartirlas con la plebe. Antes de que su hijo optara por cerrar años después, el Petit Palais contaba con unos 30 000 visitantes al año.
Es triste no poder disfrutar en directo de una obra como esta. En una de mis visitas por motivos de trabajo a la simpática nación helvética me acerque al palacete y observé con horror el siguiente cartel: “Petit Palais, musée d’art moderne, fermé jusqu’à prochain avis”. Quizás debería haberme informado mejor en la web del propio Palais, construida con toda seguridad por algún oligofrénico local.
Si el museo es patético, su página web está a la altura, creedme.