
Las bañistas
Pinceladas de intimidad.
Por todas y todos es sabido que Suzanne Valadon fue una de las mejores artistas del postimpresionismo. Y si no lo sabíais, tomad nota. También fue una de las más libres, como artista y como mujer. Fue famosa por el escándalo, porque en su época no estaba bien visto que una mujer pintase a otra desnuda. ¡Con esta obra nos brinda un doble escándalo!
Nos muestra a dos mujeres en una escena de baño en la que una peina a la otra. Podemos percibir la tranquilidad, la ausencia de peligro, incluso cierta evocación soñadora por parte de la mujer de cabello moreno, con esa mirada perdida. En otras palabras, es una escena de intimidad. Valadon refuerza esta sensación como mejor sabe, protegiendo la escena del exterior por medio de telas. En esta ocasión, no sus habituales sofás, sino unha alfombra y unas cortinas. Todo queda entre amigas.
Esta obra es un ejemplo de lo que Valadon dominaba como pintora. Los cuerpos presentan unas generosas curvas no idealizadas, reales, encerradas en su característico trazo negro que atrapa a todo espectador. Es curioso que, a pesar de la silueta negra, no prevalece el dibujo como, por ejemplo, en las obras de Botticelli. Al contrario, predomina claramente la mancha, el color. Además, Botticelli idealizaba y Valadon humaniza.
La vivacidad cromática tanto de las figuras como, especialmente, de los tejidos, recuerda a la fuerza del fauvismo. Su pincelada crea volúmenes de manera parecida a cómo lo hacía Cézanne, pero, digámoslo claro, de una forma muy particular. La pincelada de Valadon se reconoce, es intensa, de ricos colores y matices, y con capacidad de dar vida. No como lo hacía Rubens, pero esto es la tercera década del siglo XX y bajo sus nuevas fórmulas, pocos artistas como Valadon consiguen dar tanta vida a sus protagonistas.
Valadon no pintaba desnudos femeninos como objeto de deseo o de sexualización. De eso el arte, como la historia, ya va sobrada con su hemeroteca de machismo. Retrataba desnudos como símbolo de coraje y de libertad.