Dinamismo de perro con correa
Nada excitaba más a un futurista que el movimiento frenético.
Una mujer de negro, vestida a la moda de 1912, pasea a su perro a toda velocidad. O al menos eso sugiere este vibrante óleo de Giacomo Balla, uno de esos radicales futuristas italianos.
Tan rápido van que en el lienzo vemos varias patas, zapatos, orejas y rabos. El artista descompone así el paseo en múltiples secuencias autónomas del desarrollo del movimiento. Es como esas cronofotografías de Étienne-Jules Marey (1882) en las que pretendía captar el movimiento en una sola fotografía mediante su escopeta fotográfica, un artilugio que desde luego debió estimular al posterior futurismo y a Balla en concreto
Ya lo decían los futuristas en su Manifiesto técnico de la pintura futurista: «un caballo no tiene cuatro patas, sino veinte».
Y aquí el protagonista es sin duda el perro salchicha. Hasta el pintor adopta el punto de vista del animal cortando abruptamente las piernas de la mujer. Era una época en la que en Italia había un anquilosado sistema social y estaba de moda entre la burguesía poseer un perrito como símbolo de status.
Hoy este cuadro parece una tontería nada original, un lenguaje visual que hasta fue absorbido por los dibujos animados. Pero en 1912 fue un auténtico hallazgo creativo. Algo de otro planeta. Algo futurista.