Giacomo Balla
Italia, 1871–1958
Giacomo Balla fue uno de los más destacados representantes del futurismo italiano. Estimulado por los radicales postulados de Marinetti, firmó el Manifiesto de 1910 para cambiar drásticamente el arte en un mundo que estaba siendo devorado por la modernidad.
Giacomo estudió en la escuela nocturna de dibujo de Turín. Poco después se traslada a Roma y consigue cierto renombre como retratista. Al principio trabajó con una pintura impresionista, pero poco a poco fue entrando en contacto con las nuevas ideas artísticas y acabó metido de lleno en el vórtice futurista.
El futurismo era extremo. Copió bastante del cubismo, como es mostrar un objeto desde varios puntos de vista distintos, pero para nada adoptaron la sobriedad de Picasso o Braque. Los futuristas eran una especie de cubistas anfetamínicos.
Una de las obsesiones de Balla (y de los futuristas en general) fue plasmar en sus lienzos el movimiento. Lógicamente esto acabó derivando en el abandono progresivo de la figuración, convirtiéndose en uno de los precursores de la abstracción y sus experimentos pictóricos ejercerían una gran influencia en las vanguardias de principios del siglo XX.
Fue también un excelente escultor que quiso llevar el movimiento también a una escultura en principio estática.
Paradójicamente y desencantado con la violencia política con la que se estaba hermanando el nuevo arte, decidió volver en sus últimos años a la figuración.