
Velocidad abstracta y sonido
Tontos fosforescentes.
En 1913 el futurista italiano Giacomo Balla pinta algo tan difícil como es la velocidad y el sonido. En definitiva, intenta plasmar algo que obsesionaba a esta gente: el movimiento en pintura.
Para conseguir semejante proeza, Balla escoge el fetiche futurista por antonomasia: el automóvil, que era todo un símbolo de velocidad en esos primeros años del siglo XX. Pinta algo así como el vehículo pasando, y de paso pinta el ruido que hace al pasar. Balla incluso se permite pintar más allá del marco, invitando a los espectadores a sentir esa prisa. ¿Lo consigue? Vosotros juzgaréis, pero antes poneos en la piel de alguien de 1913 y quizás la pintura tenga un poco más de mérito.
La pintura pertenecía a un tríptico super-moderno: el primero era Velocidad y paisaje, después está este y finalmente Velocidad abstracta – El coche ha pasado. En estas tres obras, poco se ve de un coche. Como reza su título, Balla abraza la abstracción, intentando representar algo tan irrepresentable como la descomposición de la luz.
Las luces volvían realmente locos a estos futuristas. Sobre todo si se movían muy rápido, con violencia y parpadeantes. Como dijo Jorge Luis Borges de esta gente: «Son tontos fosforescentes».
Giacomo Balla