Chica Corriendo en el Balcón
El futuro es un puntazo.
En el Acto II, Escena II, de la obra de Shakespeare Romeo y Julieta, Romeo entra sin ser visto en el palacio de los Capuleto y Julieta aparece en el balcón. Es la primera escena de declaración de un enamorado Romeo hacia Julieta.
A partir de este melodrama trágico del autor inglés, en el imaginario colectivo, los balcones se han convertido en románticos escenarios, también en escenarios pueriles, y da igual donde estén situados, si en un pequeño pueblo costero en el Norte o en una calle bulliciosa de una gran ciudad al Sur.
Bueno sí, también son elementos asociados a desenlaces mortales por motivos etílicos, pero ese ya es otro tema.
Giacomo Balla, en Chica Corriendo en el Balcón nos muestra una joven en movimiento, con impaciencia. Contemplamos un ejemplo de Futurismo mediante la técnica del Puntillismo, o, como lo denominaban los futuristas italianos, División.
Esta obra parece una suerte de efecto Doppler, lógicamente no en sonido, si no en imagen. El cambio de frecuencia es claramente destacable. En la izquierda el movimiento es laxo, pero en el centro podemos ver como cambia, se apresura, se emborrona, el pincel extiende la pintura y el punto desaparece para convertirse en un trazo largo de nuevo, para volver a relajarse a medida que se desplaza hacia la derecha del espectador. La muchacha corretea intranquila, se puede percibir la forma de sus piernas, el doblar de sus rodillas e incluso sus botas de color negro.
También se percibe con claridad el perfil de la chica, su pelo recogido, e incluso la baranda del balcón.
En esta repetición casi cinematográfica, una luz intensa diluye esta obra en miles de colores siendo los tonos azulados los predominantes.
A veces creemos que las imágenes en movimiento que nos rodean son reales. Algunas sí lo son, por supuesto, otras simplemente podrían ser una libre interpretación de nuestro ojo humano. El coche que se mueve a toda velocidad en un paso de cebra, el joven que se desplaza en bicicleta, o el rostro conocido que se esconde entre la multitud para luego desaparecer. Los futuristas en su Manifesto tenían la clave: todo se encuentra en movimiento, y en constante cambio, todas las figuras aparecen y desaparecen en la realidad, mientras que en nuestra retina se mantienen.