Diógenes
El filósofo que buscaba hombres honestos con su farol.
El griego Diógenes de Sinope (404–323 a. C.) fue un filósofo cínico (esos que creen que la felicidad venía dada siguiendo una vida libre, simple y acorde con la naturaleza), un sabio que vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, durmiendo en un barril como el que vemos en la pintura de Gêrome.
Sus únicas posesiones eran esa casa en forma de tinaja, una manta, un zurrón, un báculo y un cuenco (y este se lo regaló a un niño que bebía con sus manos). Y mira tú por donde, toda esa pobreza Diógenes la convirtió en virtud.
Se dice que el filósofo andaba por las calles en pleno día portando la lámpara que tiene en la mano, con la que «buscaba hombres honestos». Por supuesto no apareció ni el primero.
También como vemos en la pintura, Diógenes estaba siempre rodeado de perros, símbolos de la filosofía cínica («kynikos»: similar a un perro), por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones y los modos de vida sociales.
Se cuenta que al principio la gente le llamaba «perro» para burlarse y un día en un banquete le tiraron huesos y todo. ¿Qué hizo el bueno de Diógenes…? Se les plantó delante y comenzó a mearles por encima.
Diógenes era el paradigma de sabio libre. Mi anécdota preferida tiene a Alejandro Magno como actor y es como sigue:
EXT. CORINTO. DÍA.
DIÓGENES toma el sol fuera del gimnasio cuando se ve rodeado por un montón de ciudadanos.
Entre ellos surge el rey ALEJANDRO acompañado de su escolta y se pone frente a DIÓGENES.
ALEJANDROSoy Alejandro Magno.
DIÓGENESY yo Diógenes el perro.
Murmullos de asombro (nadie se atreve a hablarle así al rey).
ALEJANDRO¿Por qué te llaman Diógenes el perro?
DIÓGENESPorque alabo a los que me dan, ladro a los que no me dan y a los malos les muerdo.
Dobles murmullos.
ALEJANDROPídeme lo que quieras.
DIÓGENESQuítate de donde estás que me tapas el sol.
Exclamación generalizada.
ALEJANDRO(sorprendido)¿No me temes?
DIÓGENESGran Alejandro, ¿te consideras un buen o un mal hombre?
ALEJANDROMe considero un buen hombre.
DIÓGENESEntonces... ¿por qué habría de temerte?.
Escándalo. La gente alucina.
ALEJANDRO pide silencio.
ALEJANDRO¡Silencio...! ¿Sabéis qué os digo todos? Que si no fuera Alejandro, me gustaría ser Diógenes.
Por supuesto con esta actitud de libertad absoluta, muchos artistas admiraron al filósofo, entre ellos Gêrome. Tres años después de que esta pintura se exhibiera por primera vez, el pintor academicista sería nombrado profesor de pintura en la Ecole des Beaux-Arts donde instruiría a muchos estudiantes, tanto franceses como extranjeros.