El arte de la pintura
Rozando la perfección.
El arte de la pintura es, sin duda, la gran obra maestra de Johannes Vermeer. En ella el pintor se representa a sí mismo vestido con un lujoso jubón mientras retrata a Clío, musa griega de la Historia y la poesía épica.
Esta obra, aparentemente simple, tiene algo que te seduce, que te engancha; y es difícil explicar el por qué. Quizás sea por la luz radiante que ilumina la escena, tan característica del pintor de Delft. O tal vez por la perspectiva, que crea una ambiente íntimo, a la vez que invita al espectador a adentrarse en este salón neerlandés del siglo XVII.
Acaso es por la composición, bastante más compleja que la de otras pinturas suyas como Mujer leyendo una carta o La lechera en las que solo interviene un personaje. Y que está llena, además, de detalles interesantísimos como el suelo de mármol ajedrezado, el candelabro dorado o el mapa de las provincias de los Países Bajos que cuelga en la pared del fondo.
También podría ser por la excelente técnica de Vermeer que se puede apreciar en el rostro de la bella Clío, así como en su vestido azul que contrasta con el tono amarillo del libro que sujeta. O por la mirada de complicidad, incluso de aburrimiento, que parecen cruzar la modelo y el artista.
Sea por lo que sea, este lienzo de Vermeer roza la perfección.