Vista de Delft
Obra maestra del barroco holandés.
Uno de los pocos paisajes que pintó el maestro barroco holandés y además una de las pinturas más poderosas de la historia del arte.
Son unas simples figuras que hablan entre ellas a la orilla del río. Acaban de hacer la compra o algo así. Y al fondo, está la ciudad de Delft, iluminada por una luz mágica. El artista reorganiza los tejados de su ciudad (no era así del todo, Vermeer idealiza un poco la cosa como si fuera una postal turística), y en cada uno de estos techos la iluminación incide de forma distinta. También cada nube del cielo tiene su luz, su color, su matiz.
El poder del cuadro reside en esa sencillez unida a esa complejidad. Es la interacción entre las luces y las sombras, esa tranquilidad, ese impresionante cielo nublado y los sutiles reflejos de la luz en el agua… Todo unido hace de esta Vista de Delft una obra maestra absoluta y nos lleva directamente a esta ciudad del siglo XVII. Estamos ahí. Casi podemos oír las conversaciones de esa gente a lo lejos.
La magia está en que además podemos coger cualquier fragmento de este maravilloso cuadro y conseguimos otra pequeña obra maestra.